En estos días, la situación sentimental del Presidente Municipal de León ha estado en el dialogo cotidiano, en el comentario social y poco menos, pero también, en los medios de comunicación, hay quienes fijan posturas de la situación del personaje en comento, unos sostienen que pertenece al ámbito privado y por lo tanto no hay porque abordarlo en el ámbito público, pero también hay quienes sostienen que lo privado pasa a ser secundario una vez que existen condicionantes, tales como, que los personajes sean entes públicos; que sean ellos quienes ventilen públicamente sus desavenencias o avenencias; y que eventualmente estas impacten en el desarrollo del encargo público.
El debate sobre lo público y lo privado es histórico y grandes pensadores han discurrido sobre el tema tales como Hannah Arendt, y su esfera privada y la esfera pública o, como Jurguen Habermas con su esfera pública burguesa. Con una característica, no hay una visión unitaria. Razón por la que hoy no debe extrañarnos que sigan siendo tema de debate los límites entre lo público y lo privado.
En días pasados y sin haberse suscitado todos los hechos hoy conocidos, el director del periódico Milenio Diario de León, el Lic. Pablo Cesar Carrillo en su editorial titulado “La vida privada de Sheffield” fijaba su postura sobre este tema “yo en lo personal me meteré en la medida que la intimidad de Sheffield afecte su desempeño”. Postura con la que concuerdo total y absolutamente.
Para poner sobre la mesa más argumentos que sirvan para el debate, revisemos lo que para John B. Thompson significa Privacidad “Es la capacidad de controlar las revelaciones sobre uno mismo, y de controlar como y hasta qué punto estas pueden comunicarse a los demás. Pero también acota, el derecho a la privacidad no es más que un derecho, y en algunos casos puede ser perfectamente invalidado por otros factores que aporten más peso en una deliberación normativa sobre los meritos relativos de derechos y demandas en conflicto”.
El escenario del caso que nos ocupa es el siguiente: El Presidente Municipal de León tiene una relación amorosa con otra mujer que no es su esposa, lo que propicia que se divorcie de la misma y esta a su vez, renuncia al cargo de Presidenta del Consejo del DIF municipal. Pero aun mas, ante la renuncia al cargo de la Secretaria del Ayuntamiento, el Presidente Municipal propone al Ayuntamiento para suplir esa ausencia a su Secretario Particular, y nombra a su Asistente Personal, para suplir a esté, cuando es público y notorio que con ella tiene una relación personal.
Ante este planteamiento ¿es válido o no que se aborde públicamente el tema?, en el menor de los casos existe la duda fundada de que esta situación privada mete ruido en la marcha de la administración pública y por lo tanto lo privado afecta o podría afectar a está y ante la sola sospecha debería de ser evitada por el responsable de la Administración Municipal. Más aun cuando trascendió que al ser propuesto el nombramiento de la Secretaria Particular en lo que se conoce como el cabildo azul, hubo reticencias. Negar que la vida privada de un ente púbico reduce su campo de acción seria una visión medieval. Si damos por cierto este argumento, luego entonces si existe una perturbación de la buena marcha de la administración pública.
Los avances tecnológicos de comunicación le permitieron a la clase gobernante una gama de oportunidades de aparecer y comunicarse con millones, actualmente incluso, en tiempo real, pero como todo avance tiene riesgos y repercusiones colaterales este no sería la excepción, se transformó, disminuyó y en el caso extremo se perdió mucha de la privacidad.
El mismo J.B Thompson sostienen que: “La reconstitución de lo público y lo privado como esferas de información y contenido simbólico cada vez mas separadas de los escenarios físicos y mas entramadas con las tecnologías de comunicación y los flujos de información, han creado una situación muy fluida en la cual los límites entre lo público y lo privado se desdibujan y cambian constantemente, y en la cual los limites que si existen en cualquier momento se vuelven porosos, discutibles y sujetos a negociación y resistencia”.
Una vez que las palabras y los actos se han vuelto públicos en esta nueva realidad, son del conglomerado social para siempre e inmortales. Luego entonces los entes públicos deben ser muy cuidadosos de su decir, hacer y amar.
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